La Bondad Humana en los Movimientos Estudiantiles

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El historiador neerlandés Rutger Bregman desafía en «Dignos de Ser Humanos» la visión pesimista que presenta al ser humano como egoísta y violento, proponiendo en su lugar que la cooperación y el altruismo son impulsos naturales que han modelado nuestra evolución. Esta perspectiva optimista cobra fuerza cuando se observa el surgimiento y desarrollo de los movimientos estudiantiles, donde la solidaridad, la empatía y la acción colectiva ilustran el poder transformador de creer en lo mejor de las personas.

Bregman sostiene que “sería más realista tener una imagen positiva del ser humano (…) convencido de que esa imagen positiva sería más realista aún si creemos de verdad en ella. En los movimientos estudiantiles, esta confianza se traduce en iniciativas colaborativas, desde grupos de estudio hasta redes de apoyo mutuo durante las protestas. La convicción de que los compañeros buscan el bien común refuerza la participación y el compromiso.

Los estudiantes han protagonizado movilizaciones como Fridays for Future y Black Lives Matter, movimientos que ejemplifican cómo la empatía y el activismo colectivo pueden abarcar fronteras y generar cambios globales. La organización horizontal, las asambleas participativas y las cadenas de solidaridad frente a la represión demuestran que el altruismo grupal, tal como describe Bregman, emerge con fuerza en situaciones de desafío compartido.

Reacciones mediáticas y profecías autocumplidas

Según Bregman, los medios se ceban en el “síndrome del mundo cruel”, enfocándose en episodios de violencia y eclipsando la cooperación real. Esto influye en la percepción pública de los movimientos estudiantiles, que a menudo son retratados como caóticos o violentos pese a su mayoría pacífica. La teoría de la profecía autocumplida explica cómo la expectativa de conflicto puede generar desconfianza y tensar el desarrollo orgánico de las protestas.

Dignos de ser humanos insiste en la importancia de una educación que fomente la empatía y el pensamiento crítico. Los movimientos estudiantiles han canalizado esta enseñanza al proponer reformas educativas, exigir igualdad de acceso y promover debates públicos. Al fortalecer la confianza en sus compañeros, los estudiantes construyen un espacio de participación donde la cooperación se retroalimenta y consolida nuevas formas de convivencia.

La acción conjunta de los estudiantes ha logrado cambios legislativos, visibilizado injusticias y replanteado el rol de la juventud en la esfera pública. Al poner en práctica la idea de que la mayoría de las personas son dignas de confianza, los movimientos estudiantiles demuestran que la colaboración no solo es posible, sino efectiva para impulsar transformaciones sociales duraderas.

La obra de Rutger Bregman y la praxis de los movimientos estudiantiles ilustran cómo una visión optimista de la naturaleza humana estimula la solidaridad, moldea reacciones más constructivas y promueve conductas cívicas orientadas al bien común.

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