Queridos lectores, amigos y familia,
En este momento de pausa que nos regala la Navidad, les escribo como filósofo y facilitador de Mindfulness para compartir una reflexión que considero profundamente necesaria en estos tiempos de prisa constante.
La Navidad nos invita a algo que la filosofía ha perseguido desde los tiempos antiguos: la pregunta fundamental sobre qué significa vivir bien. Epicuro no nos enseñaba a perseguir los excesos, como comúnmente se cree, sino a buscar los placeres simples, duraderos y accesibles. Hoy, rodeados de consumismo, la verdadera sabiduría navideña reside en redescubrir esa sencillez: la risa genuina con quienes amamos, la calidez de una conversación sin distracciones, el silencio compartido que no requiere palabras.
Les invito a practicar lo que en nuestras sesiones de meditación llamamos «presencia radical»: la capacidad de estar completamente aquí, ahora, sin la carga del ayer ni la ansiedad del mañana. Este regalo de la atención plena es el más valioso que podemos darnos a nosotros mismos y ofrecerles a otros.
Cuando se sientan en la mesa navideña, observen:
- El color de los ojos de quien les habla
- El sabor real de lo que comen, no el sabor apurado
- La textura de una mano que sostienen
- El sonido genuino de la risa, no la reproducción mental de preocupaciones
Disfrutar la Vida al Máximo: Una Filosofía de Vida
Disfrutar la vida al máximo no significa vivir en exceso. Significa vivir con intencionalidad. Significa reconocer que:
Cada momento es una elección. No somos víctimas de circunstancias; somos arquitectos de nuestra experiencia. Los estoicos nos enseñaron que el control reside en nuestra respuesta, no en los eventos. Esta Navidad, eligen cómo responden a lo imperfecto, a lo incómodo, a lo inesperado.
La conexión es la medicina del alma. Aristóteles definió al ser humano como un «animal político»—un ser relacional. En un mundo fragmentado por pantallas, la presencia genuina ante otros es revolucionaria. Una conversación profunda, una escucha sin agenda, una risa compartida: estos son los placeres que enriquecen la existencia.
La simplicidad es lujo verdadero. Una caminata sin teléfono, una taza de té caliente en silencio, la contemplación de una vela encendida. Estos actos cotidianos, cuando se realizan con consciencia, contienen la totalidad de la vida bien vivida.
Una Invitación Personal
Les propongo un experimento mindful para esta Navidad:
- Designen un momento sagrado—puede ser 10 minutos—donde se comprometan a la presencia total.
- Apaguen las distracciones no como castigo, sino como acto de amor hacia la experiencia.
- Respiren conscientemente cuando sientan prisa o estrés. Tres respiraciones profundas anclan el cuerpo en el presente.
- Observen sin juzgar lo que emerge: alegría, nostalgia, soledad. Todo es bienvenido cuando es presenciado con compasión.
Reflexión:
La vida se vive en los márgenes, en los espacios entre lo extraordinario. No esperemos la próxima Navidad, el próximo viaje, el próximo logro para vivir plenamente. La plenitud está disponible ahora, en la respiración que toman, en los ojos de quien está frente a ustedes, en la capacidad de sentir, pensar y estar.
Como dijo Sócrates, «la vida sin examen no vale la pena vivirse». Pero añadiría: la vida sin presencia tampoco. Esta Navidad, examinen su vida no con culpa, sino con curiosidad amorosa. Y luego, simplemente, vivan.
Les deseo una Navidad llena de presencia, de risa auténtica, de conexiones profundas y de la más simple, poderosa y transformadora de las prácticas: estar aquí, completamente.
Con gratitud y calidez navideña,
Un viajero en el camino de la consciencia y la sabiduría
«En la quietud del presente reside la alegría de estar vivo. Esta Navidad, no es sobre tener más, sino de ser más presentes.»

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